Los desequilibrios de la dieta y la presencia de tóxicos ambientales, a veces introducidos en la cadena alimenticia, son factores relacionados con cambios en el pH de la orina que, a su vez, son condicionantes para la formación de piedras en el riñón. Lo cual explica la elevada incidencia de esta patología en los países desarrollados.
Se ha considerado que existen una serie de alimentos que acidifican la orina (pH de la orina por debajo de 7), como son la carne, el pescado, los huevos, el queso, las grasas animales, los aceites vegetales, los cereales, los dulces, el café, el té o el alcohol;mientras que otros la alcalinizan (pH de la orina por encima de 7), como las frutas, las hortalizas o las patatas. No obstante, el mayor o menor consumo de estos alimentos debe estar determinado por la necesidad de alcalinizar o acidificar la orina para prevenir y corregir el desajuste del pH urinario y asegurarse de estar dentro del rango preventivo de ciertas enfermedades urológicas.
Por ejemplo, la litiasis renal tiene un rango preventivo del pH urinario entre 5,5 y 6,2, ya que los cálculos renales de ácido úrico y de oxalato cálcico se suelen formar cuando la orina es ácida, o las infecciones urinarias se pueden detectar si el pH urinario es alto. Por eso, para mantener el equilibrio del pH urinario tan importante es conocer su valor como adoptar algunas medidas para corregirlo y prevenir complicaciones asociadas.
Por tanto, para equilibrar el deberemos seguir una alimentación variada, equilibrada, adaptada a cada persona y sin tóxicos y/o mediante suplementos alimenticios apropiados que permitan restaurar el equilibrio ácido-base de la orina, mantengan un buen funcionamiento de los sistemas de regulación del pH y, por ende, de todo el organismo.