El cólico de riñón es el síntoma principal de la litiasis renal: dolor muy intenso en la zona lumbar debido a la obstrucción de las vías urinarias por parte de material sólido (cálculos o piedras) que puede acompañarse de náuseas o sangre en la orina y que, si no se trata a tiempo, puede provocar complicaciones en el riñón, insuficiencia renal e incluso necesidad de diálisis.
El tratamiento de un cólico renal tiene dos enfoques: controlar el dolor y eliminar el o los cálculos. Un gran porcentaje de los cálculos son eliminados del organismo sin necesidad de tratamiento médico. La aplicación de calor sobre la zona con dolor intenso resulta muy útil en muchos casos, como se cree popularmente. El calor provoca una dilatación de los vasos por donde puede estar moviéndose el cálculo, lo cual puede ayudar a su expulsión.
Ahora bien, si son demasiado grandes como para no poder ser expulsados de forma natural, requerirán un tratamiento médico para eliminarlos.
Una de las técnicas más utilizadas para su extracción es la litotricia extracorpórea, en la cual se generan ondas de choque dirigidas directamente sobre el cálculo renal para fragmentarlo y eliminarlo después en fragmentos más pequeños a través de la orina. También puede optarse por una ureteroscopia, en la cual se extraen las piedras a través de los propios conductos con un ureteroscopio, instrumento con cámara incorporada con el objetivo de localizar el cálculo y extraerlo. Incluso puede realizarse una intervención mediante un pequeño corte en la espalda con el objetivo de crear un túnel estrecho hasta el riñón para localizar el cálculo y extraerlo.
Para prevenir la nueva formación de piedras en el riñón, se recomienda seguir unas indicaciones concretas: beber mucho líquido (al menos 2 litros al día), cambiar la dieta por una baja en calorías, limitando el consumo de sal, azúcares y alcohol, así como disminuir el consumo de carne (si los cálculos son de tipo ácido úrico) y poner especial atención alpH urinario. Aún y así lo más importante para prevenir futuros cálculos renales será poder conocer la composición de los mismos. Para ello, es muy importante que hasta la expulsión del cálculo renal, vayamos filtrando nuestra orina a diario con la ayuda, por ejemplo, de un colador. Gracias a haber recogido el cálculo, el especialista podrá determinar en base a su composición, cuáles son las medidas preventivas idóneas para evitar un nuevo episodio de cálculo renal.
Mantenerse en un intervalo de pH preventivo 5,5-6,2 es fundamental para que el grado de acidez de la orina no propicie la formación de cálculos. Esto se puede conseguir mediante el método Lit-Control, que te permite medir y controlar el pH urinario en todo momento para saber si existe riesgo de formación de cálculo o no. Esto aporta seguridad y tranquilidad a las personas con tendencia a la formación de piedras en el riñón, una patología que afecta entre un 5% y un 16% de la población española.