¿Qué diferencia hay entre un cálculo renal y biliar?

A menudo los pacientes nos contactan porque tienen un cálculo biliar que quieren tratar con nuestros productos Lit-Control®, pero ¡esto no es posible! Cuidado porque, aunque su nombre se parece mucho a “cálculo renal” y ambos pueden ser dolorosos, sus causas de formación, síntomas y tratamientos son totalmente distintos y no debemos confundirlos.

¿Quieres saber cuáles son esas diferencias entre estos dos tipos de cálculos? Sigue leyendo para averiguarlo. 

 

¿Qué son los cálculos biliares?

Los cálculos biliares (o gallstones en inglés) son depósitos endurecidos de fluido digestivo que se forma en la vesícula biliar.

La vesícula es un órgano pequeño en forma de pera ubicado en la zona derecha del abdomen, justo debajo del hígado (ver imagen). La vesícula biliar contiene fluido digestivo llamado bilis, que se genera en el hígado, se almacena en la vesícula, y cuando comemos se libera en el intestino delgado para ayudarnos con la digestión de los alimentos.

 

Cuando la bilis tiene alta concentración de algunas sustancias como el colesterol o la bilirrubina, estas pueden cristalizar y crecer hasta formar cálculos biliares. Por tanto, los cálculos biliares pueden ser de colesterol (que son los más frecuentes y son de color amarillo) o de bilirrubina (de color marrón oscuro), tal como se muestra a continuación.

Cálculo biliar de colesterol
Cálculo biliar de bilirrubina

 

Los cálculos biliares pueden ser de diferentes tamaños; desde pequeños como granos de arena hasta grandes como pelotas de golf. Algunas personas desarrollan solamente un cálculo biliar, mientras otras desarrollan muchos al mismo tiempo.

 

¿Qué son los cálculos renales o urinarios?

Por su parte, los cálculos renales (o kidney stones en inglés) son depósitos endurecidos de sustancias que están en la orina que se forman dentro de los riñones, y con el tiempo pueden aparecer en el uréter o la vejiga.

 

 

Los cálculos renales se pueden clasificar en cuatro grandes grupos en función del tipo de sustancia que lo compone; calcio, de estruvita, de ácido úrico y de cistina

 

¿Cuáles son sus síntomas?

Es posible que tengas un cálculo biliar (o muchos) y nunca te enteres. Sin embargo, si uno de estos cálculos acaba bloqueando el conducto biliar que conecta la vesícula con el intestino delgado tu cuerpo reaccionará con síntomas como: náuseas, vómitos, dolor repentino que se intensifica en la parte central superior del abdomen, y dolor en la espalda a la altura del hombro derecho.

También es posible que tengas cálculos en tus riñones y no te enteres hasta que te hagas una prueba de imagen y tu radiólogo lo detecte. Sin embargo, si uno de estos cálculos acaba bloqueando el paso de la orina a través del uréter los síntomas resultantes serán: náuseas, vómitos, fiebre, dolor lumbar, dolor en la parte baja del abdomen cerca de los genitales, y posible sangrado en la orina.

 

¿Cuáles son sus tratamientos?

Los cálculos biliares se pueden tratar con medicamentos que permiten disolverlos como el ursodiol, pero a menudo estos medicamentos requieren muchos meses o incluso años para conseguir una disolución completa. 

Si con los medicamentos no es posible conseguir la disolución, entonces los médicos (en este caso gastroenterólogos) recurren a otras técnicas como la litotricia por ondas de choque, o la colangiopancreatografía retrógrada endoscópica (CPRE). Pero el tratamiento más habitual es la extirpación completa de la vesícula biliar mediante cirugía con un procedimiento llamado colecistectomía. 

En la colecistectomía se extrae la vesícula biliar y la bilis cae directamente del hígado al intestino delgado. La vesícula no es un órgano fundamental y la persona puede vivir normalmente sin ella.

Por su parte, los cálculos renales también pueden tratarse con medicamentos en función de su tipo. Los cálculos de ácido úrico o de cistina pueden disolverse con alcalinizantes como el citrato potásico magnésico presente en Lit-Control® pH Up, mientras que los cálculos de estruvita pueden disolverse con acidificantes como la L-metionina presente en Lit-Control® pH Down.

Si con los medicamentos no es posible conseguir la disolución, entonces los médicos (en este caso urólogos) recurren a otras técnicas como la litotricia por ondas de choque, la ureteroscopia o la nefrolitotomía percutánea. En este caso se pretende extraer el cálculo o romperlo en fragmentos más pequeño que saldrán al orinar. 

En resumen

Los cálculos biliares y renales tienen nombres parecidos y ambos pueden ser muy dolorosos, pero como ahora ya sabes se forman en órganos distintos, se componen de sustancias distintas, generan síntomas distintos, tienen tratamientos distintos y hasta sus médicos son también diferentes. 

Y no, no puedes usar Lit-Control® para disolver o prevenir cálculos biliares. Pero si tienes cálculos renales usa siempre Lit-Control®. Recuerda:

¡Mantente al día de las últimas novedades!

Suscríbete a nuestra newsletter y recibe novedades, 
promociones y noticias relacionadas.